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Los antecesores de la bicicleta como la conocemos hoy en día datan desde hace más de 250 años. En 1761 surgió el celerífero y luego la draisiana, ambos con la estructura de bici pero sin que existiese aún el pedal.

Luego con la invención del pedal, llegó esa imagen retro del velocípedo, la llanta trasera pequeña y la de adelante que llegaba a medir hasta dos metros.


Antes de Cerati tuve una bici morada, me la regalaron a los 8 años, tenía rueditas de apoyo a los lados para ayudar a mantener el equilibrio. Luego tuve otra de la que lo único que recuerdo es que era blanca y por último tengo a Lucy, llamada así por simples causalidades del momento.

Con Lucy fue la segunda vez que tuve que enfrentarme a comprar una bicicleta, esta vez no importaba el costo, sino que fuera buena, que se ajustara a mis necesidades y gustos.

Existen bicicletas de todos los tamaños, precios, formas y combinaciones imaginables. Decidí cambiar de la bici más común: la todoterreno, a una bici de ruta personalizada.

Existen dos grandes líneas diferenciadas, las Mountain Bike (bicicleta de montaña): que tienen suspensión, freno de disco. Están diseñadas para ir cuesta abajo, soportar terrenos montañosos y adaptarse a la tierra.

Y las bicicletas de ruta herederas de las clásicas carreras que se realizan en pista: tienen un marco liviano en forma de diamante, las ruedas son más grandes, delgadas y lisas, son perfectas para adquirir velocidad y agilidad en la ciudad.

Pasar de Cerati a Lucy, fue como andar en un “Renualt 4” y comprar un “Lamborghini”. Los recorridos los perfeccioné, acorté a la mitad del tiempo los trayectos, además me dio seguridad en la vía y ahora puedo realizar maniobras para hacer cada vez más efectivo el viaje.

Toda bicicleta está compuesta por cuatro partes importantes: el cuadro o más conocido como marco es el esqueleto, entre más ligero y firme sea mejor; sobre él se acoplan el sillín y el sistema de dirección compuesto por las palancas de cambios y el manilar; el pedalier que es lo que da impulso.

El mecanismo que transforma la energía humana en movimiento está compuesto por pedales, platos y cadena, por último las llantas, radios y neumáticos que permiten rodar.

La bici no es un ente aislado, por el contrario, es necesario tener otros artículos y accesorios. En lo posible llevar siempre, luces, un neumático de sobra, inflador y parches.

Lo ideal sería tener una herramienta completa, pero con un destornillador de pala se puede desvarar considerablemente.

El 70% de los ciclistas que mueren en accidentes sufren de lesión cerebral por no usar casco. En Medellín, la cultura del “avispado” y “el vivo”, indica que usar casco o chaleco reflectivo es propio de personas torpes o que no pueden ser lo suficientemente “heroicas” o agresivas para transitar sin protegerse.

No me gustan los cascos deportivos pero uso casco. Antes que ser ciclista, soy persona, amo la vida y no quisiera morir solo por no tomar las precauciones mínimas al realizar una actividad que disfruto y hago a diario.


La ropa es otro tema, todo el closet se transforma en pro de la bicicleta: las botas son el mejor aliado porque sirven en cualquier clima y protegen el pie y el tobillo.

Cualquier pantalón que no sea bluejean o muy pegado sirve. Siempre es bueno llevar una muda de ropa de sobra, por si llueve o se suda mucho.

En la noche hay que utilizar accesorios reflectivos, no porque sea una regla, sino porque hay que hacerse visible en la vía, así se es menos vulnerable y el mensaje enviado es: “respeto mi vida, por favor cuídela usted también”. Así los otros vehículos se acercan menos y te dan tu propio espacio, te respetan.

Más capítulos de esta crónica:

I.Cerati, mi escuela

II. Me bajé del bus

III. Entre el pavimento y el cielo

V. El tripulante

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