Montar en bicicleta en Medellín, una conquista definitiva, una relación intermitente
Barrio Santa Fe 1995
Montar en bicicleta en Medellín, una experiencia que empezó cuando tenía unos cinco años aproximadamente.
Era un 24 de diciembre, una fiesta navideña del típico barrio de clase baja de Medellín, cuadras cerradas, marranadas y música decembrina a todo taco.
12 de la noche, los primos alrededor del árbol de navidad esperando los regalos, y una bicicleta bastante grande para mi altura al lado.
Era una bicicleta lila con llantas y manilar blanco, en su llanta trasera tenía dos llantas más pequeñas pegadas, era un triciclo a gran escala.
Mis padres como buenos colombianos compraron una bici de una talla más grande para que me sirviera por más tiempo, pues en ese tiempo tener una bicicleta era un lujo para cualquier niño.
A medida que fui creciendo y alcanzaba sin dificultad los pedales andaba, pero claro con las llantas traseras que me hacían mantener el equilibrio e iba de una cuadra a otra por la acera para no tener problemas con los carros. Tuvimos que pasarnos de barrio por la situación que vivía la ciudad.
Unidad cerrada. Bloque 83. Apto 402
Mi madre trabajaba todo el día y la chica del servicio quien estaba a mi cuidado no era muy amante a bajar y subir 4 pisos una bicicleta, así que por un par de años la bicicleta se quedó amarrada a una baranda y yo sin saber montar.
Un día, tendría ya unos 8 años, mis amigas de esa época me invitaron a montar en bicicleta, yo un poco apenada les dije que no sabía montar, y una de ellas, sin pensarlo me dijo: ¡vamos yo te enseño!
Así fue, en la cancha de aquella unidad cerrada quien me enseñó a montar en bicicleta fue otra niña de mi misma edad.
Así pasaron mis días más felices hasta que de nuevo tuve que cambiarme de casa y los días de bicicleta llegaron a su fin.
La falda de Robledo
Pasé de unidad cerrada a un edificio sin parqueadero, ubicado en plena loma de Robledo, no había forma de salir a montar sin que un carro me pasara por encima o eso creía mi madre, así que regalé mi bicicleta y la olvidé por completo.
15 años después, sin tocar una bicicleta, con mi primer sueldo compro una bicicleta y decido enfrentar esa loma a la que tanto temía.
¿Por qué después de tanto tiempo decido volver a montar en bicicleta?
Estaba en la universidad y al ver tantos estudiantes y compañeros yendo en bicicleta me empezó a llamar la atención, sin embargo, vivir en plena falda me frenaba, me decía: yo que voy a subir esa loma en bicicleta, es muy duro, etc.
Excusas que quizá por miedo o flojera me detenían. Un año después, conozco a fondo a Mundo Pedal Bicicletas, y junto con su creadora después de mirar los pros y contras decido convertirme en ciclista urbana.

En cuanto a la loma, pues simplemente llego hasta donde mi cuerpo me lo permite, de ahí, con más ánimo la subo caminando con mi bici al lado.
Pero llega el infortunio, estaba muy feliz, ya llevaba unos seis meses como ciclista urbana, pero gracias a una serie de eventos desafortunados me fracturo el tobillo y tengo que dejar de moverme por unos 3 meses.
Lo que más afecta y extraño es no poder movilizarme en la bicicleta, el poder que te da ese objeto de moverte gracias a tus piernas no lo había experimentado con ninguna otra cosa, montar en bicicleta me da autoridad, poder, seguridad pero sobretodo libertad.